La fe es un oasis en el corazón
que nunca es alcanzado por
el carro del pensamiento.
Viejo Proverbio Islámico
Las Pléyades son las siete hijas de Atlas (gigante que sostenía a la Tierra) y Pléyone (la ninfa oceánica). Eran las ninfas del cortejo de Artemis, y como ésta, trataron de mantener su virginidad aunque no lo consiguieron. Sus nombres eran Alcione, (“la que protege de las tormentas”, amante de Neptuno, de cuyo amor les nació Hirieo, fundador de Hiria en Beocia, padre de los tebanos), Celeno (“morena”; sus amoríos con Poseidón concibió a Lico, el rey de la isla de los Bienaventurados. Fue también madre de Deucalión el Noé de los babilonios), Estérope(“rostro del Sol”, que sedujo al mismo Ares, dios de la guerra y les nació Enómao, rey de Pisa, antepasado de los habitantes del Peloponeso) Electra (“de ámbar”, amada por Zeus y de quien parió a Dárdano, fundador de Troya), Maya, (que fue madre de Hermes, o Mercurio para los romanos, cuyo padre fue Zeus y también fue nodriza para los arcadios) Táigete (“largo tiempo contenido” quien compartió también a Zeus como amante y cuyo hijo, Lacedemón, fue el fundador de la dinastía de los espartanos; gentes muy duras, cuya ley exigía arrojar desde la cima del monte Taigeto a las criaturas demasiado débiles o deformes) y Mérope (“la elocuente”, fue la única Pléyade que prefirió desposarse con un mortal, Sísifo, con el que instituyó la dinastía de Corinto. Sísifo era un gran pillo: inventó un ardid para salvarse de la muerte, convenciendo a Mérope para que a su muerte no lo enterrase, de forma que, con la excusa de regresar a vengarse de ello y preparar sus propias exequias, consiguió que le dejasen salir del Tártaro. Pagó muy caro su atrevimiento, puesto que cuando al fin Hermes consiguió llevarlo al más allá, fue condenado a empujar una roca cuesta arriba por la ladera de una montaña y, al llegar arriba, la roca volvía a su lugar inicial y así, eternamente. A causa de ello, Mérope, avergonzada, abandonó a sus hermanas y desapareció) la más tímida de todas porque fue la única que se desposó con un mortal y eso la avergonzaba. El resto de las Pléyades se unió con dioses que engendraron un linaje de Héroes, del cual Hermes es el más conocido de ellos.
Otros dicen que no fue Mérope quien se marchó sino que fue Electra, quien, tras la caída y saqueo de Troya, trastornada por el dolor, se soltó los cabellos y corrió por el firmamento gritando, convertida en cometa.
Orión se encontró con pléyone y sus hijas en Beocia y se enamoró de las ninfas, por lo que decidió perseguirlas en busca de su amor. Cinco años duró el acoso, hasta que Zeus, a pedido de las Pléyades las transformó en palomas para poder escapar de Orión y luego en estrellas. Así quedan retratadas para siempre en el cielo nocturno junto con su acosador Orión, que aparece junto a ellas en la noche, persiguiéndolas por siempre.
Así sucede durante la noche, aparecen las pléyades en el cielo, como seis estrellas brillantes y unidas, y la séptima que sería la avergonzada Mérope, un poco más difusa. Orión continúa cerca de las ninfas, como el enamorado no correspondido que permanece fiel a su corazón a pesar del mundo que se le niega. Y así será para siempre mucho después incluso que el mundo deje de serlo.
La aparición de las pléyades en los cielos de la antigua Grecia, indicaban el inicio de la temporada de navegación y de la siembra de los campos. Para los amantes de las estrellas, las pléyades son un hermoso espectáculo único en los cielos. Simbolizan tanto las ninfas como a las palomas o las siete cabras, novias o bailarinas, de las cuales siempre hay una que se pierde o desaparece.
No fueron los griegos los únicos que descubrieron las Pléyades; los Incas consideraban a este grupo de estrellas como la madre de todo el firmamento y la llamaron Collca, o la Asamblea. Consideraban que era el punto en donde se había originado el universo.
Los relatos del pueblo Cubeo de las amazonas colombiano consideraban a las pléyades como un avispero llamado Uchiwu. Los matacos del Gran Chaco Argentino veían en este grupo de estrellas a una escalera de flechas lanzadas una detrás de las otras para alcanzar el cielo.
Notas:
1.- Las Pléyades, cuyo nombre, en griego homérico, quiere decir “bandada de palomas” así como “navegantes”, en astronomía es conocido como Objeto M45, es decir, un cúmulo estelar abierto, apreciable a simple vista, que ocupa un lugar importantísimo en todas las mitologías. Por ejemplo, es una de las pocas constelaciones que aparecen en la Biblia.
2.- Aunque pertenecen a la constelación de Tauro, las Pléyades forman por sí mismas un asterismo conocido desde tiempos extremadamente antiguos; de hecho, en unas tablillas sumerias de gramática, ya aparecen claramente identificadas con el nombre de “Mul-mul”: el astro.
3.- Desde los babilonios a los indonesios, su aparición por el horizonte antes de salir el sol las convertía en medidoras del tiempo y punto de partida del calendario agrícola. Los aztecas basaban el inicio y fin de los ciclos de su exacto calendario en determinada posición cenital de este asterismo.
En todas las culturas hay hermosas leyendas referidas a ellas: Los babilonios decían que eran 7 dioses benefactores y portadores de suerte, los sebittu.
4.- Los indios norteamericanos cuentan que se trata del jefe indio “Cinta Larga” que, tras guiar a su pueblo desde otro mundo a la tierra a través de la Vía Láctea, fue premiado por su hazaña y llevado a vivir eternamente en estas estrellas. Otros indios dicen que se trata de un grupo de niños danzantes que, de tanto girar y girar vertiginosamente, se salieron de la tierra y se quedaron en el cielo bailando en corro eternamente.
5.- Pero la leyenda india más conocida es la de los kiowa de Wyoming, que afirman que una vez acamparon 7 jóvenes en el bosque y un oso las persiguió; ellas pidieron ayuda al Gran Espíritu y éste hizo elevarse la tierra en que estaban hasta llegar al cielo donde les permitió quedarse para siempre en forma de estrellas. El oso arañó y arañó la roca sin conseguir alcanzarlas, y la prueba de que todo esto sucedió es que el lugar ha permanecido así para asombro de las generaciones: la “Torre del Diablo”, una formación volcánica que, sin duda, merece ser fuente de inspiración de éste y otros mitos.